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>Vladimir Krotov escribe:
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>José Frasquiel, lo único que se me ocurre en este caso es la variante "Сказы об Урале" - Leyendas de Urales. Es un libro de cuentos folclóricos de los habitantes rusos de la región de los montes Urales, que es la frontera natural entre Europa y Asia, recogidos y elaborados por un eminente escritor y filólogo ruso Pável Bazhov. Y la figura podría ser tanto de hombre - entonces debería ser el mismo Pável Bazhov, como de mujer - en este caso se trataría del personaje más famoso del cuento "Малахитовая шкатулка" - la llamada Хозяйка Медной горы, Dueña del Monte de Cobre. El libro es muy bueno, te recomiendo, es una de las joyas del folclore ruso. Suele llamarse por el nombre de su cuento principal: Estuche de malaquita.
También puede ser Danila-master (Данила-мастер), uno de los personajes de los famosos cuentos de Urales.
http://molotok.ru/item972378979_karmannye_chasy_molniya_skaz_ob_urale.html
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En México, una lapicera es el estuche donde se guardan lápices... de ahí viene la palabra lápiz = lapicera (recordemos que en los cambiamos, las letras "c" y "z" con complementos la una de la otra).
Espero te haya ayudado.
Saludos.
Espero te haya ayudado.
Saludos.
que hacemos si no separamos la basura en nuestro pais?
Ahora que existen tantas carteras o estuches para quardar y almacen los discos cd o dvd y ahorrar asi el espacio, como se puede deshacerse de sus vacias cajas de plastico? Me imagino que no sea buena idea tirar ese montón a la basura mezclada, ya que no es reciclable; tal vez alguien tenga alguna idea de como deshacerse de ellas de una forma civilizada?
>Vladimir Krotov escribe:
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>José Frasquiel, lo único que se me ocurre en este caso es la variante "Сказы об Урале" - Leyendas de Urales. Es un libro de cuentos folclóricos de los habitantes rusos de la región de los montes Urales, que es la frontera natural entre Europa y Asia, recogidos y elaborados por un eminente escritor y filólogo ruso Pável Bazhov. Y la figura podría ser tanto de hombre - entonces debería ser el mismo Pável Bazhov, como de mujer - en este caso se trataría del personaje más famoso del cuento "Малахитовая шкатулка" - la llamada Хозяйка Медной горы, Dueña del Monte de Cobre. El libro es muy bueno, te recomiendo, es una de las joyas del folclore ruso. Suele llamarse por el nombre de su cuento principal: Estuche de malaquita.
También puede ser Danila-master (Данила-мастер), uno de los personajes de los famosos cuentos de Urales.
http://molotok.ru/item972378979_karmannye_chasy_molniya_skaz_ob_urale.html
José Frasquiel, lo único que se me ocurre en este caso es la variante "Сказы об Урале" - Leyendas de Urales. Es un libro de cuentos folclóricos de los habitantes rusos de la región de los montes Urales, que es la frontera natural entre Europa y Asia, recogidos y elaborados por un eminente escritor y filólogo ruso Pável Bazhov. Y la figura podría ser tanto de hombre - entonces debería ser el mismo Pável Bazhov, como de mujer - en este caso se trataría del personaje más famoso del cuento "Малахитовая шкатулка" - la llamada Хозяйка Медной горы, Dueña del Monte de Cobre. El libro es muy bueno, te recomiendo, es una de las joyas del folclore ruso. Suele llamarse por el nombre de su cuento principal: Estuche de malaquita.
pintalabios, carmín, lápiz de..., lápiz labial, creyón de labios
pintalabios.
‘Cosmético usado para colorear los labios, que suele presentarse en forma de barra guardada en un estuche’: «Me pidió que fuera en busca de un pintalabios de funda plateada» (Marsé Embrujo [Esp. 1993]). También se emplean, con este sentido, el término carmín y las expresiones barra o lápiz de labios (en América, lápiz labial) y, en Cuba, creyón de labios: «Otra quiere un beso y me deja el carmín marcado en los carrillos» (Morena Silencios [Esp. 1995]); «Sacando de su bolso un espejito y una barra de labios» (Azancot Amores [Esp. 1980]); «La audacia de [...] untarse colorete y usar creyón de labios» (C.Infante Habana [Cuba 1986]). La existencia de estos equivalentes hace innecesario el uso en español del inglés lipstick o del francés rouge.
‘Cosmético usado para colorear los labios, que suele presentarse en forma de barra guardada en un estuche’: «Me pidió que fuera en busca de un pintalabios de funda plateada» (Marsé Embrujo [Esp. 1993]). También se emplean, con este sentido, el término carmín y las expresiones barra o lápiz de labios (en América, lápiz labial) y, en Cuba, creyón de labios: «Otra quiere un beso y me deja el carmín marcado en los carrillos» (Morena Silencios [Esp. 1995]); «Sacando de su bolso un espejito y una barra de labios» (Azancot Amores [Esp. 1980]); «La audacia de [...] untarse colorete y usar creyón de labios» (C.Infante Habana [Cuba 1986]). La existencia de estos equivalentes hace innecesario el uso en español del inglés lipstick o del francés rouge.
Alfa: voy a meter mi cuchara. ¡Vaya lío! Te comprendo que es enojoso que alguien no te entienda tus intenciones, tus sanas intenciones. Y todo por querer mezclar el lunfa con la lengua de Camilo José Cela y como ves no sólo de él. El resquemor a veces brota tan rápido que uno se queda estupefacto. Deduzco que es por eso tu disculpa. ¡Qué pícaro! No sé si recuerdas el cuento de mi adorado y nunca bien ponderado Anton Pavlovich, “El hombre en el estuche”, creo que lo han traducido así. Es un modelo de la disculpa humilde e inútil, pero vos si que has innovado.
Sos desopilante en tu estilo, vamos, pedime a mi también una disculpita, así seguimos divirtiéndonos.
Te escribo por este medio y lugar por fuerza inferior...
Me iba a olvidar de agregar mis más cordiales saludos, con plena y absoluta humildad.
Sos desopilante en tu estilo, vamos, pedime a mi también una disculpita, así seguimos divirtiéndonos.
Te escribo por este medio y lugar por fuerza inferior...
Me iba a olvidar de agregar mis más cordiales saludos, con plena y absoluta humildad.
“No sabes conectarte con mis necesidades emocionales como mujer”
Nunca había entendido por que las necesidades se.xuales de los hombres y
las mujeres son tan diferentes entre sí.
Nunca había entendido todo eso de Marte y Venus.
Y nunca había entendido por que los hombres piensan con la “cabeza“ y las mujeres con el “corazón”.
Una noche, la semana pasada, mi mujer y yo nos íbamos a la cama.
Bueno, empezamos a acariciarnos con el inevitable y picarón toqueteo mutuo.
Yo ya estaba en mi punto, listo para la acción.
Y es en ese preciso momento en que me dice:
“Mira…ahora no tengo ganas mi amor, tan solo quiero que me abraces” (Puta madre, no me jodas)
Yo dije: “¿¿¿QUE???“
Así que me dijo las palabras mágicas: “No sabes conectarte con mis necesidades emocionales como mujer”
Al final, asumí resignadamente que esa noche no follaba, así que me dormí como tienda de campaña.
A los dos días fuimos de compras al Corte Inglés. Yo la miraba mientras ella se probaba tres carísimos modelitos de vestido en Saks Fifth Avenue .
Como no podía decidirse por uno u otro, le dije que se llevara los tres. Entonces, emocionadísima y motivada por mis comprensivas palabras me dijo que necesitaba unos zapatos Kenneth Cole que hicieran juego, que costaban 200 euros el par, con que le contesté que me parecía perfecto.
Luego pasamos por la joyería, de donde salió con unos pendientes de diamantes Tiffany.
¡Estaba tan emocionada!.
Yo creo que pensó que yo me había vuelto loco, pero de todas maneras no le import mucho. Pienso que me estaba poniendo a prueba cuando me pidió un carísimo estuche de pinturas Elizabeth Arden de primerísima línea.
Bueno, me parece que rompí con todos sus esquemas mentales cuando le dije nuevamente que sí…
Después de todo esto… ¡¡¡deberían haber visto su cara!!.
Fue ahí cuando, con su mejor sonrisa, me dijo:
“Ven cariño, vamos a la caja a pagar”
Me costó mucho aguantarme la risa cuando le dije:
“No mi amor, creo que ahora no tengo ganas de comprar todo eso”
De verdad, ojalá le hubierais visto su cara, se quedó pálida cuando le dije:
“Tan solo quiero que me abraces”
En el momento en que su impresionante cara empezó a transformarse en pura furia y odio, simplemente añadí:
“No sabes conectar con mis necesidades financieras como hombre”.
Creo que no volveré a follar hasta mediados del 2012 pero…
las mujeres son tan diferentes entre sí.
Nunca había entendido todo eso de Marte y Venus.
Y nunca había entendido por que los hombres piensan con la “cabeza“ y las mujeres con el “corazón”.
Una noche, la semana pasada, mi mujer y yo nos íbamos a la cama.
Bueno, empezamos a acariciarnos con el inevitable y picarón toqueteo mutuo.
Yo ya estaba en mi punto, listo para la acción.
Y es en ese preciso momento en que me dice:
“Mira…ahora no tengo ganas mi amor, tan solo quiero que me abraces” (Puta madre, no me jodas)
Yo dije: “¿¿¿QUE???“
Así que me dijo las palabras mágicas: “No sabes conectarte con mis necesidades emocionales como mujer”
Al final, asumí resignadamente que esa noche no follaba, así que me dormí como tienda de campaña.
A los dos días fuimos de compras al Corte Inglés. Yo la miraba mientras ella se probaba tres carísimos modelitos de vestido en Saks Fifth Avenue .
Como no podía decidirse por uno u otro, le dije que se llevara los tres. Entonces, emocionadísima y motivada por mis comprensivas palabras me dijo que necesitaba unos zapatos Kenneth Cole que hicieran juego, que costaban 200 euros el par, con que le contesté que me parecía perfecto.
Luego pasamos por la joyería, de donde salió con unos pendientes de diamantes Tiffany.
¡Estaba tan emocionada!.
Yo creo que pensó que yo me había vuelto loco, pero de todas maneras no le import mucho. Pienso que me estaba poniendo a prueba cuando me pidió un carísimo estuche de pinturas Elizabeth Arden de primerísima línea.
Bueno, me parece que rompí con todos sus esquemas mentales cuando le dije nuevamente que sí…
Después de todo esto… ¡¡¡deberían haber visto su cara!!.
Fue ahí cuando, con su mejor sonrisa, me dijo:
“Ven cariño, vamos a la caja a pagar”
Me costó mucho aguantarme la risa cuando le dije:
“No mi amor, creo que ahora no tengo ganas de comprar todo eso”
De verdad, ojalá le hubierais visto su cara, se quedó pálida cuando le dije:
“Tan solo quiero que me abraces”
En el momento en que su impresionante cara empezó a transformarse en pura furia y odio, simplemente añadí:
“No sabes conectar con mis necesidades financieras como hombre”.
Creo que no volveré a follar hasta mediados del 2012 pero…
Qué es quedarse a gusto?
Si señores y señoritas.
¿Qué entendemos por “quedarse a gusto”?
No, no nos llevemos a error.
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando después de realizar una abundante micción, respiras hondo y al recolocar tu ropa y, pasado ese temblorcillo que se asemeja a un perfecto remate de cabeza, te das cuenta que has llevado a cabo esa acción en la cara de tu jefe.
No, quedarse a gusto no es eso.
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, tumbado sobre la cama, totalmente desnudo y exhausto, enciendes un cigarrillo y una voz femenina con el aliento justo te dice: “eres el depredador más salvaje con el que me he cruzado nunca” y en ese momento te giras y ves que la autora de la frase es Eva Mendes. (versión para ellos).
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, tumbada sobre la cama, totalmente desnuda y exhausta, enciendes un cigarrillo y una voz masculina con el aliento justo te dice: “eres el depredador más salvaje con el que me he cruzado nunca” y en ese momento te giras y ves que el autor de la frase es el Director. (versión para ellas).
No, quedarse a gusto no es eso.
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, después de un mal día, en el que tu jefe te ha chillado a las 8:00 AM para reclamarte unos informes que nunca te pidió, en el que has debido pedir ayuda a un niño de 5 años para que, con su bracito pequeñito y tu cogiéndole por los tobillitos, te ayudara a recuperar las llaves del coche que previamente se te han caído a la alcantarilla que quedaba justo debajo de la puerta de tu coche, y una señora se te ha colado en la cola del super con el carro hasta los topes, cuando después de 27 minutos de cola para pagar un estuche de chicles sabor melón que le has prometido como recompensa al niño de la alcantarilla, la cajera ha pronunciado la ansiada frase de “pasen por la caja de al lado que va a abrir ahora”, y en el que has tenido que andar más de 40 minutos cargado con todos los archivos para los informes de tu puto jefe, puesto que la puta grua se ha llevado tu puto coche al exceder el tiempo de la puta zona azul en la que habías aparcado mientras hacías cola en el puto super para comprarle al puto niño los putos chicles sabor melón que le habías prometido por recuperar las putas llaves de tu coche de la puta alcantarilla, y te han multado en la A-2 a la altura de Molins de Rei por circular a 87 km/h a las 12 de la noche de un martes, y un puto chorizo te ha esperado agazapado en la oscuridad de tu portal para atracarte, y en un acceso de ira le has propinado cientos de puñetazos, rayos y relámpagos y al abandonar tu portal arrastrándose y pidiendo disculpas, has comprobado que el chorizo lleva una camiseta de Cristiano Ronaldo.
No, quedarse a gusto no es eso.
Quedarse a gusto es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, después de una larga semana, llega el domingo a las 22h, te plantas en tu sofá preferido y escuchas durante dos horas un programa cómo el que el pasado domingo perpetraron los habitantes del hotel con más groove de las ondas, Hotel Blues.
Y este domingo, ¿te vas a quedar a gusto?
Hans.
¿Qué entendemos por “quedarse a gusto”?
No, no nos llevemos a error.
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando después de realizar una abundante micción, respiras hondo y al recolocar tu ropa y, pasado ese temblorcillo que se asemeja a un perfecto remate de cabeza, te das cuenta que has llevado a cabo esa acción en la cara de tu jefe.
No, quedarse a gusto no es eso.
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, tumbado sobre la cama, totalmente desnudo y exhausto, enciendes un cigarrillo y una voz femenina con el aliento justo te dice: “eres el depredador más salvaje con el que me he cruzado nunca” y en ese momento te giras y ves que la autora de la frase es Eva Mendes. (versión para ellos).
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, tumbada sobre la cama, totalmente desnuda y exhausta, enciendes un cigarrillo y una voz masculina con el aliento justo te dice: “eres el depredador más salvaje con el que me he cruzado nunca” y en ese momento te giras y ves que el autor de la frase es el Director. (versión para ellas).
No, quedarse a gusto no es eso.
Quedarse a gusto no es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, después de un mal día, en el que tu jefe te ha chillado a las 8:00 AM para reclamarte unos informes que nunca te pidió, en el que has debido pedir ayuda a un niño de 5 años para que, con su bracito pequeñito y tu cogiéndole por los tobillitos, te ayudara a recuperar las llaves del coche que previamente se te han caído a la alcantarilla que quedaba justo debajo de la puerta de tu coche, y una señora se te ha colado en la cola del super con el carro hasta los topes, cuando después de 27 minutos de cola para pagar un estuche de chicles sabor melón que le has prometido como recompensa al niño de la alcantarilla, la cajera ha pronunciado la ansiada frase de “pasen por la caja de al lado que va a abrir ahora”, y en el que has tenido que andar más de 40 minutos cargado con todos los archivos para los informes de tu puto jefe, puesto que la puta grua se ha llevado tu puto coche al exceder el tiempo de la puta zona azul en la que habías aparcado mientras hacías cola en el puto super para comprarle al puto niño los putos chicles sabor melón que le habías prometido por recuperar las putas llaves de tu coche de la puta alcantarilla, y te han multado en la A-2 a la altura de Molins de Rei por circular a 87 km/h a las 12 de la noche de un martes, y un puto chorizo te ha esperado agazapado en la oscuridad de tu portal para atracarte, y en un acceso de ira le has propinado cientos de puñetazos, rayos y relámpagos y al abandonar tu portal arrastrándose y pidiendo disculpas, has comprobado que el chorizo lleva una camiseta de Cristiano Ronaldo.
No, quedarse a gusto no es eso.
Quedarse a gusto es esa sensación placentera que invade tu cerebro cuando, después de una larga semana, llega el domingo a las 22h, te plantas en tu sofá preferido y escuchas durante dos horas un programa cómo el que el pasado domingo perpetraron los habitantes del hotel con más groove de las ondas, Hotel Blues.
Y este domingo, ¿te vas a quedar a gusto?
Hans.
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